Después de haber aceptado a Jesús, el siguiente paso es bautizarse en agua. Esto debe ser lo más pronto posible y se hace por obediencia y no por sentimientos. Este es el compromiso serio del discípulo para apartarse del mundo, del pecado y la inmoralidad.
Es el compromiso de vivir una vida recta, de buenos frutos y buen testimonio.
– No más viviendo en los «placeres de la carne»
– Abandonar todo vicio.
– Separarse de las malas amistades y de las impías que le inducen a volver al pecado.
– Romper con las ataduras de inmoralidad.
– Vivir una vida de inspiración. No se trata de que «yo soy joven» y el mundo ha cambiado y por ello sigo en los deseos de mi carne, hombre caído, animal, vieja criatura, y levadura de pecado.
Algunos dicen «Yo ya acepte» pero sus frutos no son de una vida arrepentida; deben los tales avergonzarse y aprender a vivir para el Señor que los ha salvado, de lo contrario están viviendo una vida de engaño y grande será su sorpresa ante Dios que juzgara a vivos y muertos.
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