Conociendo al Espíritu Santo I

Conociendo al Espíritu Santo.

Introducción:

Si queremos tener intimidad y trabajar conjuntamente con el Espíritu Santo, tenemos que conocerlo bien. Se han usado muchas metáforas[1] para describirlo –el fuego, el viento, el agua, el aceite, la paloma y otras – sin embargo la mayoría de cristianos no conocen quién es él realmente. Veamos lo que dice la Biblia.

1.      El Espíritu Santo es Dios. Muchos grupos heréticos[2] lo han considerado como un poder procedente del Dios Eterno. Sin embargo la Biblia llama Dios al Espíritu Santo. En Mateo 28:19: “Id, pues, y haced discípulos entre todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Vemos que Jesús mismo coloca al Espíritu Santo en la misma posición que al Padre y al Hijo.

2.      Esto sucede a todo lo largo de la Biblia. En Hechos 5:3,4 encontramos las siguientes declaraciones: “Pedro entonces le dijo: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses parte del valor del campo? Quedándose como estaba, ¿no se te quedaba para ti? y vendido, ¿no estaba en tu mismo poder? ¿Cómo es que has concebido esta cosa en tu corazón? ¡no has mentido a los hombres, sino a Dios!

3.      Podemos ver también que el Espíritu Santo es Dios pues realiza una obra que nadie más que Dios Padre podría realizar.

3.1.   Creó los cielos y la tierra. Génesis 1:2; Job 26:13.

3.2.   Resucita a los muertos. Romanos 1:4; 8:11.

3.3.   Hace nacer de nuevo. Juan 3:5-7.

3.4.   Convence al mundo de pecado, de justicia  de juicio. Juan 16:8.

3.5.   Echa fuera demonios. Mateo 12:28.

4.      Además de esto el Espíritu Santo posee todos los atributos[3] divinos:

4.1.   Es Eterno. Hebreos 9:14.

4.2.   Es Omnisciente: 1ª Corintios 2:10.

4.3.   Es Omnipotente: Lucas 1:35. Para él no hay nada imposible.

4.4.   Es Omnipresente: Salmo 139:7,8.

5.      El Espíritu Santo tiene personalidad. No podemos platicar con las piedras, el mar, los árboles o con cualquier cosa creada, el Espíritu Santo por ser una persona divina puede comprendernos y ayudarnos. El Padre es una Persona viviente. Sin embargo nadie le ha visto jamás, él es Espíritu (Juan 4:24). Tenga cuerpo o no es una persona pues tiene todos los atributos de una persona. Jesús mismo no tuvo una forma corporal como la nuestra después de su resurrección.

6.      Breve lista de acciones que solo una persona puede realizar.

6.1.   Habla. Apocalipsis 2:7.

6.2.   Nos ayuda en nuestra debilidad. Romanos 8:26.

6.3.   Ora por nosotros. Romanos 8:26.

6.4.   Nos enseña. Juan 14:26.

6.5.   Testifica de Cristo. Juan 15:26.

6.6.   Nos guía. Juan 16:13.

6.7.   Da órdenes e instrucciones. Hechos 16:6,7.

6.8.   Llama a las persona a la obra de Dios. Hechos 13.2.

6.9.   Fortalece a los creyentes. Hechos 9:31.

7.      Además posee conocimiento. 1ª Corintios 2:10; Romanos 8:27.

8.      Tiene emociones y sentimientos. Romanos 5:5; Efesios 4:30; Romanos 8:26. Es decir que derrama el amor de Dios en nuestro espíritu, es posible entristecerle y gime en ardiente intercesión a favor nuestro.

9.      Tiene voluntad propia y obra según la misma y sus planes. 1ª Corintios 12:11, Hechos 16:6,7.


[1] la metáfora identifica dos términos entre los cuales existe alguna semejanza. Ejemplo “ojos” y “esmeraldas”.

[2] Una herejía, es una opinión, interpretacion o dogma opuesta a la doctrina bíblica.

[3] Cualidades o características.

¿Quieres experimentar un avivamiento?

¿Quieres experimentar avivamiento?

El avivamiento es algo que nuestras iglesias necesitan desesperadamente. Pero tristemente, esta misma palabra «avivamiento» ha sido muy mal entendida por los cristianos de estos últimos años. Por tanto, es necesario primeramente cortar a través de estos malentendidos y explicar lo que es realmente un avivamiento.


¿Qué dice la Biblia sobre avivamiento?

El Señor dice a la iglesia de Sardis:
«Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.» (Apocalipsis 3:1-3)

Esto es lo que significa avivamiento: la iglesia que está por morir, vuelve a vivir.

¿Cómo puede volver a vivir la iglesia?

¡Primeramente tiene que reconocer que está muerta, o por morir! La iglesia tiene que reconocer que en realidad no tiene esta vida espiritual que está proclamando. La iglesia tiene que reconocer que se ha dedicado a cumplir con programas humanos, en vez de vivir la vida de Cristo. Estos programas pueden parecer hacia afuera muy solemnes, o muy vivaces y alegres; pero no hay realidad espiritual en ellos. La iglesia tiene que reconocer que ella está engañada, y engañando a los demás, cuando piensa que sus programas son vida espiritual.

El apóstol Pablo escribe:
«Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Pero todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice:

Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.» (Efesios 5:11-14)

¿A quién escribe Pablo? ¿A los incrédulos, al «mundo»? – ¡De ninguna manera! Pablo escribe a la iglesia, a los cristianos en Éfeso. Obviamente hay muchos cristianos que están durmiendo, o que ya están muertos – y por eso necesitan un avivamiento.
Tenemos aquí otra vez el mismo mensaje como a Sardis: ¡Levántate de los muertos! ¡Arrepiéntete!
Pablo menciona aquí las «obras infructuosas de las tinieblas». En el contexto vemos que está hablando de «fornicación», «inmundicia», «avaricia», «palabras deshonestas», «necedades», etc. (v.3-4), y dice que los que practican tales cosas, no pueden heredar el reino de Dios (v.5).
La iglesia que duerme o que está por morir, es una iglesia que participa en estas «obras de las tinieblas»: comete estas obras, o por lo menos las tolera y no las reprende.
Este es realmente el caso de la iglesia actual, y lo digo por experiencia propia. He colaborado en un buen número de iglesias e instituciones cristianas, y en cada una sucedió lo mismo: En algún momento, se esperaba de mí que yo ayudara en cometer, o por lo menos en encubrir, alguna «obra de las tinieblas» – una pequeña deshonestidad en las finanzas, un pequeño fraude, una manipulación deshonesta de parte del liderazgo, un caso de fornicación que hubiera sido vergonzoso para la institución si saliera a la luz -, y si me negaba, solo me quedaba la alternativa de ser expulsado con mentiras, o de irme yo mismo.

¿Es esta la iglesia del Señor?

La iglesia necesita un avivamiento porque está durmiendo y cerca de morir. La iglesia participa en las obras de las tinieblas (en vez de reprenderlas), y con esto demuestra que le falta la luz de Cristo. ¡La iglesia!

El Señor no está sorprendido de esto. Ya está profetizado que esto sucediera:
«Nadie les engañe en ninguna manera; porque (el Señor) no vendrá sin que antes venga la apostasía… Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad…» (2 Tes.2:3.7)

«Apostasía» significa «alejarse, apartarse» (de la fe). Nuevamente, está hablando de la iglesia: solo aquellos pueden apostatar, que alguna vez estuvieron en la fe.

En su despedida a los ancianos de Éfeso dijo Pablo:
«Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.» (Hechos 20:29-30).

Pablo dice que esto iba a suceder «después de mi partida», o sea, muy pronto. Apenas que los apóstoles ya no estaban allí, ¡la iglesia empezó a desviarse!

¿¿Podría esta apostasía llegar hasta tal punto que los lobos lleguen a gobernar la iglesia??

Piénsalo bien. Los historiadores protestantes nos dicen que esto ya sucedió hace muchos siglos, en los tiempos de Lutero. Fue por eso que la Reforma fue necesaria – la iglesia católica romana estaba gobernada por «lobos».
Ahora, si esto sucedió en la iglesia romana, ¿por qué no podría suceder también en las iglesias evangélicas? Yo digo que estamos en camino a esto; muchos líderes evangélicos ya están muy influenciados por las ideas del anticristo.

¿Y cuál sería la respuesta?

Leamos otra vez las palabras del Señor a la iglesia en Sardis:
«Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.» (Apoc.3:3)

La respuesta es volver a lo que recibimos desde el inicio; volver a la enseñanza del Señor y de Sus apóstoles; dejando de un lado todas las tradiciones de hombres que vinieron después.


¿Cuándo suceden los avivamientos?

Hemos visto el significado de «avivamiento»: La iglesia que está por morir espiritualmente, vuelve a vivir.

Entonces, por más extraño que parezca: Los avivamientos vienen cuando la iglesia tiene necesidad de ellos; cuando la iglesia está por morir.

De hecho, toda la historia de la iglesia repite este ciclo de apostasía y avivamiento, nueva apostasía y nuevo avivamiento. Y casi siempre, antes de un avivamiento, había un tiempo de «sequía espiritual». Un tiempo de creciente inmoralidad en la iglesia y en la sociedad; un tiempo en que la gente pensaba que la Palabra de Dios no tenía nada que ver con la vida diaria; un tiempo en el cual los cristianos estaban contentos con cumplir sus rituales en la iglesia, pero sus vidas no cambiaban.

¡Así es el tiempo de hoy!

No nos dejemos engañar. Las iglesias evangélicas en América Latina (todavía) están creciendo; ¡pero esto no es avivamiento! Ni lo son los programas; ni la alabanza emocionante; ni la buena organización y propaganda… nada de esto es avivamiento. Mientras las vidas no sean sacudidas y transformadas en lo más profundo por el Espíritu Santo, solo estamos multiplicando el número de cristianos durmientes y moribundos.

Pero se necesita cumplir una segunda condición, para que haya avivamiento:

Un número suficiente de cristianos debe abrir los ojos. Deben darse cuenta de la triste condición en que vivimos, y clamar al Señor por avivamiento.

«Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. …y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.» (Ezequiel 9:1-4)

¿A quiénes señala Dios de esta manera? Nota que no era suficiente «no participar» en las abominaciones de la ciudad. Además de esto, era necesario «gemir y clamar» a causa de las abominaciones.
Para nosotros como cristianos, «Jerusalén» significa la iglesia. Es necesario que algunos cristianos empiecen a «gemir y clamar» por las abominaciones que se cometen en la iglesia. El Señor busca a intercesores que tengan los ojos abiertos para ver el estado verdadero de la iglesia, y que clamen por un avivamiento. Todos los avivamientos de la historia empezaron con la oración ferviente de algunos cristianos.

Ezequiel continúa:
«Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.» (Ezequiel 9:5-6)

El pueblo que no se arrepiente, enfrentará un terrible juicio de Dios. ¿Y dónde comienza? ¡Con el templo, y con los líderes religiosos!
– «Pero eso fue en el Antiguo Testamento», me dirás; «¿no vivimos ahora en la época de la gracia?»

No te dejes engañar. La siguiente cita es del Nuevo Testamento:
«Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?» (1 Pedro 4:17-18)

Es necesario que un número suficiente de cristianos se vuelva realmente «desesperado» por un avivamiento. El reformador John Knox oró así: «Dios, ¡dame Escocia, o dame la muerte!» El no se iba a contentar con menos; Escocía necesitaba ser salvo, y Knox iba a dar hasta su vida por ello.

Andrew Strom escribe: «Como demuestra la historia, la iglesia puede esperar un avivamiento verdadero solamente cuando un remanente del pueblo de Dios se DESESPERA – desesperado por el estado recaído de la iglesia, desesperado por la tibieza dentro de ellos y en todos los que los rodean, desesperados por el pecado y los falsos compromisos, desesperados por el hecho de que Dios no está siendo GLORIFICADO, que El no es realmente SEÑOR de Su iglesia, que un mundo moribundo se burla de Sus palabras y las considera irrelevantes. El avivamiento vendrá cuando el pueblo de Dios se humilla verdaderamente, cuando ellos remplazan su «imagen positiva» con la realidad del lamento de Santiago: «Afligíos y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.» (Stgo.4:9-10)
Como se decía de Evan Roberts: «El se quebrantaba, llorando amargamente ante Dios para que El les doblegue ante El, en una agonía de oración, con lágrimas corriendo por sus mejillas, con todo su cuerpo encorvándose de dolor.» – Y John Wesley preguntó: «¿Tiene Ud. días de ayuno y oración? Asalte el trono de la gracia y persevere allí, y misericordia vendrá de lo alto.» Hermanos, hermanas, ¡necesitamos volvernos DESESPERADOS en nuestras oraciones!»


¿Qué es un avivamiento?

Hasta ahora podemos comprender que un avivamiento tiene todo que ver con volver a una relación correcta con Dios.

Al nivel personal, significa:
Los cristianos se arrepienten de manera profunda, y de todo corazón.
Un cristiano que entra en avivamiento, no está contento con dejar atrás solamente los pecados más obvios (la borrachera, los robos y engaños, los pecados sexuales…). Más bien, se examinará a sí mismo para expulsar de su vida aun los pecados escondidos que nadie sabe: las pequeñas «mentiras blancas», la falsedad en los pensamientos, las actitudes de envidia, codicia y malicia hacia otras personas, las fantasías sexuales, el orgullo escondido, la ingratitud e indiferencia hacia Dios, la obediencia solo de labios y no de corazón, la cobardía cuando se trata de testificar o de levantarse por la justicia, etc. A menudo son estos «pequeños» pecados escondidos que impiden el avivamiento.

Al nivel de la iglesia, significa:
La iglesia vuelve a ser lo que debe ser según las enseñanzas del Señor y de los apóstoles.
La iglesia rechaza las tradiciones y costumbres humanas que ha seguido hasta el momento, y empieza a aplicar las palabras del Señor en serio. La iglesia se atreve a ser radicalmente diferente de lo que el mundo (y hasta los mismos cristianos) esperan de ella, para obedecer únicamente al Señor.)

Es cierto que a lo largo de la historia, la iglesia nunca ha vuelto a alcanzar la altura de la primera iglesia. Pero en cada avivamiento, se volvieron a descubrir algunas verdades bíblicas que la iglesia había perdido en los tiempos de apostasía. Si comparamos las iglesias de hoy con la Palabra de Dios, ¡vemos que nos quedan muchas verdades bíblicas a restaurar!


Resultados de un avivamiento

Resumimos lo que es la esencia de un avivamiento:

  • Intercesión «desesperada» y ferviente.
  • Un arrepentimiento profundo de los cristianos.
  • La iglesia vuelve a ser lo que debería ser según la enseñanza de los apóstoles.

Los avivamientos históricos, cuando estas cosas sucedían, casi siempre produjeron estos resultados:

  • Reuniones grandes y emocionantes donde se siente la presencia de Dios.
    Nada se puede comparar con el poder de Dios que se manifiesta cuando se reúne una multitud de cristianos que realmente tienen corazones puros, que han purificado sus vidas y que ahora pueden mirarse los ojos unos a otros sin engaño, sin desconfianza, realmente «con alegría y sencillez del corazón» (Hechos 2:46). «Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán el reino de Dios» (Mateo 5:8). Cuando los primeros cristianos se reunían así, el temor de Dios vino sobre todos; y los incrédulos no se atrevían a juntarse con ellos (Hechos 5:13).
  • Grandes multitudes son salvos.
    Esta presencia de Dios es lo que convence al pecador de su pecado (Juan 16:8-9), y «lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros» (1 Cor.14:25). ¡Esto se consideraba normal en la primera iglesia! ¡Cuánto nos hemos alejado del Señor para ya no ver estas cosas suceder en nuestras iglesias hoy!
    Cuando predicaban los «gigantes del avivamiento» como John Wesley o Charles Finney, a veces la gente cayó postrada por la convicción de sus pecados, y no pudieron levantarse hasta que habían confesado todo y se habían arrepentido de corazón. Lo mismo sucedió durante el avivamiento en Timor (Indonesia) alrededor de 1970, con personas incrédulas que «por casualidad» entraban en el culto de una iglesia renovada por el avivamiento.
    (Esto es algo completamente distinto del supuesto «caer en el espíritu», que se produce en algunas reuniones actuales sin que hubiera alguna convicción del pecado; sin la convicción del pecado no hay verdadero avivamiento.)
  • La sociedad entera cambia.
    Los avivamientos grandes siempre impactaron la sociedad entera. La Reforma de Lutero y Calvino fue la principal fuerza que ayudó a Europa salir del subdesarrollo y de la pobreza. El avivamiento metodista con John Wesley produjo en Inglaterra un movimiento por más justicia social durante la industrialización, y por la abolición de la esclavitud. Durante el avivamiento en Gales (1904/05), los jueces y policías en muchas ciudades y pueblos ya no tenían trabajo, porque ya no hubo delincuencia ni pleitos.

El problema es, que muchos cristianos quieren ver estos resultados y creen que esto «es» avivamiento; pero no están dispuestos a pagar el precio que cuesta. Entonces intentan hacerlo ellos mismos, a manera humana. Por eso tenemos hoy tantas imitaciones de «avivamiento», que casi nadie sabe todavía qué es un avivamiento en verdad.

Estos hermanos desean tener reuniones grandes y emocionantes; entonces dicen: «Necesitamos un buen grupo musical, y animemos a la gente a que estén alegres, y tendremos avivamiento.» – Esto es querer comer el fruto sin plantar el árbol.

Desean ver grandes multitudes convertidas; entonces dicen: «Haremos una cruzada evangelística e invitaremos a un predicador famoso; traeremos a todos nuestros amigos, y el predicador ya les convencerá que se conviertan; y tendremos avivamiento.» – Esto es manipulación y produce falsos convertidos. Es, nuevamente, querer comer el fruto sin plantar el árbol.

Desean ver una sociedad cambiada; entonces dicen: «Realizaremos programas de asistencia social, y haremos campañas por justicia social, y pondremos candidatos evangélicos para la alcaldía y para el congreso; y tendremos avivamiento.» – Esto también, es querer comer el fruto sin plantar el árbol.

Todo esto produce imitaciones falsas, que al final darán mal fruto: Multitudes de falsos hermanos en las iglesias, que se convirtieron por una emoción y que siguen siendo los mismos viejos pecadores. Jóvenes que dejan las iglesias, porque ven que los hermanos no son auténticos y que no viven la vida que predican; entonces prefieren al mundo con su pecado, porque la gente del mundo por lo menos son pecadores auténticos. Un mal testimonio de la iglesia ante el mundo, escándalos de inmoralidad y corrupción entre líderes cristianos, y «el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros» (Rom.2:24).

Si queremos un verdadero avivamiento, tenemos que caminar por el camino que Dios diseñó, y pagar el precio que cuesta.

  • Intercesión «desesperada» y ferviente.
  • Un arrepentimiento profundo de los cristianos.
  • La iglesia vuelve a ser lo que debería ser según la enseñanza de los apóstoles.

Solo así veremos también el verdadero fruto de un avivamiento.

Solo una advertencia: Los pioneros de los avivamientos pasados, casi siempre fueron perseguidos por los líderes de sus propias iglesias. Jesús y los apóstoles fueron perseguidos por los líderes de las sinagogas. Los reformadores fueron perseguidos por los líderes de la iglesia católica. Los anabaptistas fueron perseguidos por los reformadores. Wesley fue perseguido por la iglesia reformada de Inglaterra. Etc.etc…

Cada cristiano, en el transcurso de su vida, en algún momento tendrá que decidirse: ¿Voy a servir las tradiciones humanas de mi iglesia, y vivir una vida tranquila y ser respetado? ¿O voy a servir radicalmente al Señor y obedecerle más que a los hombres, aunque me persigan y me expulsen mis propios líderes por causa de ello? (Vea Marcos 13:9, Juan 16:2)


Avivamiento personal

Esto tiene que empezar con cada uno de nosotros; contigo y conmigo. Antes de ver un avivamiento «en lo grande», necesitamos experimentar un avivamiento personal, en nuestra propia vida.

No te contentes con ninguna imitación. Busca el avivamiento auténtico y la vida espiritual auténtica.

El avivamiento en las islas Hébridas comenzó con un joven, quien en una reunión de intercesión se puso de pie y leyó del Salmo 24: «¿Quién puede subir al monte de Dios? ¿Quién puede estar en Su lugar santo? El que tiene manos limpias y un corazón puro; que no elevó su corazón a vanidades, ni jurado falsamente…» – Y entonces este joven cerró su Biblia. Y mirando al ministro y a los otros líderes, dijo: «Me parece nada más que engaño, estar orando como estamos orando, esperando como estamos esperando, si nosotros mismos no estamos en una relación correcta con Dios.» Y entonces levantó sus dos manos y oró: «Dios, ¿son mis manos limpias? ¿Es mi corazón puro?» Después cayó de rodillas y no pudo decir nada más.

Un buen punto para empezar sería que le pidas a Dios: «Señor, manda avivamiento, y comienza conmigo.» Y después pregúntale al Señor: «¿Son mis manos limpias? ¿Es mi corazón puro?» – Si estás lo suficientemente desesperado por la necesidad de avivamiento, recibirás respuesta.

Presentado por Iglesia Cristiana El Calvario con el permiso de: “Hijos del Altísimo” (www.altisimo.net)

El bautismo en el Espíritu Santo

INTRODUCCION

El profeta Óseas prometió que Dios vendría a nosotros «como la lluvia, como la lluvia tardía» (Óseas 6:3). Esta forma parte de todas las profecías que se dieron en el Antiguo Testamento sobre el derramamiento del Espíritu Santo en el mundo. (Vea Isaías 32:15; 44:3; Ezequiel 39:29; Joel 2:28; Zacarías 12:10.) La promesa de la lluvia tardía se da después del llamamiento a la restauración del conocimiento de Dios por parte del pueblo y a una nueva comunión personal con El. Esto nos hace pensar también en el llamado hecho por Jesús a que sus seguidores permanezcan en su Palabra (Juan 8:31, 32).

En la tierra de Palestina la lluvia tardía caía en la primavera para terminar de propiciar la maduración de la cosecha. De la misma manera, el derramamiento del poder del Espíritu Santo que tuvo su inicio el día de Pentecostés es la lluvia tardía para una gran cosecha espiritual.

Esta cosecha empezó en Jerusalén en esa ocasión con 3.000 conversiones y ha seguido a lo largo de la historia de la Iglesia. Varios avivamientos espirituales han tenido lugar en el mundo de tiempo en tiempo. Este derramamiento del Espíritu sigue trayendo, no miles sino millones de almas a Cristo Jesús. Seguir leyendo «El bautismo en el Espíritu Santo»