Segunda Parte
Introducción.
Uno de los grandes acontecimientos de la historia de Israel, y quizá de toda la humanidad, es el momento en que Dios promulgó su ley en el monte Sinaí. Ésta no fue dada para que los israelitas pudieran llegar a ser justos si la cumplían, el propósito era que tomaran conciencia de su naturaleza pecaminosa.
Desarrollo.
1. La justificación no se logra por medio de obras. “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” (Romanos 3:20); “Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gálatas 3:11). Porque la justificación ante Dios siempre ha sido a través de la fe (confianza) en el Señor, “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6); “Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.” (Romanos 4:3; 22); “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16). Seguir leyendo «Los diez mandamientos. Segunda parte.»