La rebelión de Absalón

LA SUBLEVACIÓN CONTRA EL UNGIDO

“Entonces envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón” (2 S. 15:10).

Introducción
El capítulo 15 de Segundo Samuel es el dolor de cabeza del ungido. Con la llegada de Absalón llegó también un grave problema a la estabilidad del reino del ungido, no era división desde afuera, era desde adentro; no era por un particular, sino por un miembro de la familia. Uno que nació en la carne, pero no nació en la visión del ungido.

Con sagacidad Absalón se fue robando el corazón de Israel (15:6); mostrándose preocupado por el pueblo (15:1–3); y expresando su deseo de ayudar (15:4–5).

Durante cuatro años se fue preparando para darle el golpe político a su padre (15:7) y bajo pretexto de cumplir voto en Gesur, Siria, su padre le dio permiso para viajar y en Hebrón se proclamaría rey (15:9–10), y era seguido por gente sencilla, pero también de seguidores comprometidos (15:11–12).

Ante la noticia de la deserción del pueblo (15:13), el ungido con sus siervos y familia decidió huir de Jerusalén, dejando en su casa a diez mujeres concubinas (15:14–16). Sus siervos fieles lo siguieron (15:17–18).

Unos siervos fieles que reciben mención honorífica en la historia son: Itai geteo, que con su familia y sus hombres se decidió a vivir o a morir con el ungido (15:19–23). Sadoc, el sumo sacerdote que con los levitas y el arca decidió acompañar al ungido, pero este le aconsejó regresarse y desde Jerusalén ayudarlo (15:24–29). Con tristeza el ungido y sus seguidores subieron el monte de los Olivos, enterándose que Ahitofel, uno de sus consejeros, se le unió a Absalón (15:30–31). En la cumbre del monte adoró a Dios (15:32), encontrándose con Husai a quien aconsejó que regresara a Jerusalén como su espía (15:32–37). Seguir leyendo «La rebelión de Absalón»

No a la idolatría

Una de las causas de sequedad espiritual es la idolatría, por eso los creyentes no deben guardar fetiches, imágenes, cuadros, crucifijos, ángeles, etc. El diablo es muy sutil y puede engañar fácilmente a los incautos. Pero también puede haber una clase de idolatría escondida en lo más profundo del corazón.

El mandamiento de Dios es muy claro: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo (donde Cristo está), ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20:3-4).

Además la Biblia dice: “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios: y no quiero que vosotros os hagáis participes con los demonios” (1 Corintios 10:20).

Deje a un lado la rebeldía (desobediencia, resistencia) y la obstinación (terquedad, empecinamiento) la Biblia nos dice que la primera es como pecado de adivinación (hechicería, y esta trae maldición), la segunda es como pecado de idolatría (también es causa de maldición), a estos pecadores Dios los desecha por desobedientes. “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23). Saúl seguía reinando, pero era un rey desechado, hay creyentes que se sientan en sus sillas durante los servicios dominicales, pero Dios está lejos de ellos a causa de su pecado.

No participe con los demonios incautamente, el que pretenda ser sabio que atienda y obedezca a las Palabras de Dios y a sus mandamientos. Si tiene que arrepentirse, hágalo pronto. El que a Él viene, no le echa fuera. Haga cambios en su vida y camine por el camino correcto.

Las manifestaciones de la rebelión del hombre.

rebelion¿En qué aspectos particulares se manifiesta con mayor evidencia la rebelión del hombre? En las palabras, en los razonamientos y en los pensamientos. A menos que haya tratos prácticos en estos aspectos, hay muy pocas esperanzas de liberación de la rebelión.

Las palabras son el escape del corazón El hombre que es rebelde de corazón bien pronto proferirá palabras rebeldes, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Para conocer la autoridad, debemos tener primeramente un encuentro con ella; de otro modo nunca vamos a obedecer. El meramente oír el mensaje de obediencia es totalmente ineficaz. Debemos tener un encuentro con Dios; entonces será puesto el fundamento de la autoridad de Dios en nuestra vida. Después, cada vez que digamos una Palabra rebelde -no, aun antes que la pronunciemos, nos daremos cuenta de nuestro pecado y de este modo seremos refrenados en nuestro corazón. Si hablamos palabras rebeldes sin restricción alguna, y no sentimos ningún refrenamiento interior, quiere decir que, sin duda alguna, jamás hemos tenido un encuentro con la autoridad. Es mucho más fácil proferir palabras rebeldes que realizar actos rebeldes. Seguir leyendo «Las manifestaciones de la rebelión del hombre.»