El don de Dios.

Sermón del domingo 31 de Enero de 2016, basado en el pasaje de Juan Capítulo 4, durante el encuentro entre Jesús y la Samaritana en el pozo de Jacob.

El don de Dios

Jesús nos ofrece el agua de vida, el agua que satisface la sed del alma. Él es el único que puede hacerlo.

Jesús al encontrarse con la samaritana de Juan 4 se encuentra con una persona triste y amargada.

  1. Había tenido cinco maridos (v. 18), y convivía además con otro sin casarse.
  2. Por la hora a que fue a traer aguas vemos que posiblemente se sentía obligada a salir sola y al calor del día para buscar agua, tal vez por las críticas de los vecinos y conocidos (vv. 6, 7).

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Cuatro veces salvo

cuatro-veces-salvoLibro recomendado de la semana: Cuatro veces salvo.

Reseña.

En este libro Arthur W. Pink escribe sobre el importante tema de la salvación. Todo ser humano debe ser rescatado de cuatro aspectos del pecado: el placer del pecado, la pena el pecado, el poder del pecado y la presencia del pecado.

Dice el autor en la introducción: «En 1929 escribimos un libro titulado A Threefold Salvation (Una salvación triple), basado en la instrucción que habíamos recibido durante nuestra infancia espiritual. Al igual que la mayor parte de aquella temprana enseñanza, esta era defectuosa por ser inadecuada. Al continuar nuestro estudio de la Palabra de Dios, nos ha sido concedida más luz sobre este tema – sin embargo, cuán ignorantes somos aún – y esto nos ha hecho ver que, en el pasado, habíamos comenzado en un punto equivocado, porque en vez de comenzar por el principio, comenzamos casi por el medio. En vez de ser triple la salvación del pecado, como entonces suponíamos, ahora percibimos que es cuádruple. Qué bueno es el Señor al concedernos más luz y, sin embargo, es ahora nuestro deber andar en ella, y, según la Providencia nos proporcione la oportunidad, darla a los demás. Quiera el Espíritu Santo en su gracia de tal manera dirigirnos que Dios sea glorificado y su pueblo edificado».

Contenido

  • Capítulo 1: Salvación del placer del pecado.
  • Capítulo 2: Salvación de la pena del pecado.
  • Capítulo 3: Salvación del poder del pecado.
  • Capítulo 4: Salvación de la presencia del pecado.

Los gentiles

A. LOS GENTILES EN EL PROGRAMA DE DIOS

Gentil: término usado por los judíos para referirse a las naciones o individuos no judíos.

En la historia y en la profecía de las Escrituras se pueden observar tres grandes divisiones de la Humanidad, las que se expresan en forma sencilla en 1 Corintios 10:32 como el propósito de Dios acerca de judíos, gentiles e iglesia de Dios. A esto puede añadirse el ministerio de Dios a los ángeles y por medio de ellos (hebreos 1:14), lo cual usualmente no se considera como un elemento importante en la historia humana o en la profecía.

En contraste con el propósito de Dios para Israel como medio primario de revelación divina y como trato especial y canal por medio del cual Cristo vendría, y su propósito para la iglesia de revelar en forma suprema su gracia, el propósito de Dios para los gentiles parece estar relacionado con la demostración de su soberanía y su omnipotencia.

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La expiación

La Perfecta Expiación para el Pecado Personal.

El día más importante en el calendario religioso Judío es el Día de la Expiación (Levítico 16). Es este el día central del Judaísmo aún cuando el sistema de sacrificios llegó a su fin con la destrucción del templo en el año 70 D.C. Es el día mas sagrado en el Judaísmo.

En el día de la Expiación el sumo sacerdote entró en el Lugar Santísimo del tabernáculo en el desierto, y después en el templo de Jerusalén, para hacer expiación por los pecados del pueblo de Israel.

La palabra expiación significa «cubrir» el pecado, y por tanto, «eliminar», «borrar», «cubrir». De esta manera el sacrificio «elimina» la culpabilidad del pecado del hombre ante Dios. La eliminación del pecado realiza la reconciliación entre el hombre y Dios.

Quizás esta es la razón por lo que los rabinos Judíos lo llamaron el «Día» o el «Gran Día».

Dios proveyó el Día de la Expiación para evitar Su ira por los pecados ya cometidos y garantizar Su presencia con Su pueblo.

El sacrificio de la primera cabra y el envío de la segunda para morir lejos en el desierto, estaban destinadas a la limpieza de la nación, el sacerdocio, y el santuario del pecado.

Cada sacrificio en el tabernáculo alcanzó su clímax en ese día. Algo quedo sin hacer en el sacrificio diario y los rituales para cubrir el pecado. Sólo un día del año, el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo y reunirse con Dios ante el asiento de misericordia. Sólo en el Día de la Expiación podría el representante de las personas entrar en el más solemne lugar entre Dios y el hombre. Fue sólo con el sacrificio de sangre del animal sustituto que Él podía entrar en nombre del pueblo y él mismo.

¿Por qué este sacrificio especial por el pecado? Jehová Dios es un Dios santo que no permitirá el pecado en Su presencia. Todas las ofrendas juntas por el pecado no podían proveer por los pecados desconocidos. Con este sacrificio especial Dios proveyó por una completa expiación de todos los pecados cometidos durante el año (Lev. 16:33). ¿Lo hizo?

En realidad, el sacrificio de expiación en este día tan especial no cubre todos los pecados de una vez por todas, porque tuvo que ser repetido anualmente. Fue un «tipo» junto con todos los demás sacrificios Judíos de la expiación, que Dios un día quería proveer el sacrificio perfecto el Cordero de Dios, Jesucristo. Nuestro gran sumo sacerdote, Jesús Cristo, ofrecido a sí mismo en el derramamiento de su propia sangre en el Calvario para expiar los pecados del mundo (Hebreos 9:11, 12; Rom. 3:25; 5:9-10 1ª Cor. 5:7, 2ª Cor. 5:18-21; Gál. 3:13-14; 1ª Pe. 1:18-19, 1ª Jn. 2:2, 4:10; Apoc. 5:9).

La muerte de Jesucristo es el cumplimiento de todo lo que fue representado en el sistema expiatorio del Antiguo Testamento. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo (2ª Cor. 5:19).

El sacrificio de Jesucristo garantiza nuestra «eterna redención.» Lo que el imperfecto sacrificio de los animales no puede hacer, Jesucristo lo hizo de una vez por todas para todos los que en Él creen.

Cristo nos representó en Su muerte. Él es nuestro sustituto. «Uno murió por todos» (2ª  Cor. 5:14). Nuestro abogado ante el Padre en defensa de nuestro caso, con Su sangre (1ª Jn. 2:2). Dios gentilmente proveyó el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Fue un acto de gracia de Dios para el hombre pecador. La muerte de Jesucristo es lo que ofrece expiación por el pecador. Nosotros podemos venir ante la presencia de Dios solamente por la sangre (Mat. 26:28; Lc. 22:20; Col. 1:20). La expiación de Jesucristo es de una vez y para siempre, nunca se repite.

En el Antiguo Testamento la idea de la sustitución es frecuente en la expresión «por nosotros», «por mí». Jesús «se dio a sí mismo en rescate por todos» (1ª Tim. 2:6a, 2ª Cor. 5:21; Mrc. 10:45). Se convirtió en una «maldición por nosotros» (Gálatas 3:13). El derramamiento de sangre fue central para hacer expiación por el pecado. Una muerte ocurrió. Alguien murió por el castigo del pecado

(Hebreos 9:22; Rom. 5:8; Jn. 1:29, 36; 1ª Pedro 1:18-19).

Una de las expresiones más claras de la idea de la sustitución es la involuntaria profecía del sumo sacerdote Caifás en el juicio de Jesús en las primeras horas de la mañana del día en que Jesús murió. «ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca» (Juan 11:50).

Es fundamental que cada individuo se apropie de la expiación de Jesucristo por la fe. Nadie más lo puede hacer por usted. Usted debe poner su fe en Cristo como su sustituto, a fin de ser salvo del pecado y de pasar la eternidad con Dios en el cielo.

Usado con permiso.