La armadura del creyente.

Introducción: Pablo compara al cristiano con un soldado y le insta a estar completamente armado para la lucha, que tiene carácter tanto ofensivo como defensivo (1 Ts 5.8; cf. Is 59.17). Pero aclara que nuestra lucha no es «contra sangre y carne» sino de carácter espiritual (Ef 6.12). El reino por el que luchamos «no es según este mundo» (Jn 18.36). Por lo tanto, «las armas de nuestra milicia no son carnales» (2 Co 10.4). Están compuestas por la experiencia de la gracia de Dios y su misericordia. Este es el espíritu que impulsa al creyente a vivir según Dios, con amor y solidaridad. En este sentido, no se indica en el texto que el creyente deba desentenderse de sus responsabilidades históricas y civiles, pensando que está rodeado de poderes malignos invisibles que lo atormentan. Al contrario, la armadura del creyente está compuesta por la nueva forma de vida que se deriva de la experiencia de la gracia y que lo hace sentirse responsable de la vida de los demás y de la creación misma. Seguir leyendo «La armadura del creyente.»